miércoles, 28 de marzo de 2007

La toma de decisión racional y emocional. "Ser inteligente no es una garantía de éxito".


El Doctor Antonio Damasio, neurólogo del Colegio de Medicina de la Universidad de lowa 1980, estudió a pacientes con daño cerebral en el circuito prefrontal-amígdala, que es el responsable de integrar neurológicamente las emociones y los pensamientos. Los pacientes mantenían su coeficiente intelectual prácticamente sin deterioro y sin mostrar ninguna discapacidad cognoscitiva, a pesar de hallarse desconectados de los componentes emocionales. Sin embargo, estas personas tomaban decisiones desastrosas en sus negocios y en sus vidas privadas, y llegaban incluso a estancarse de manera indefinida en una decisión tan simple como la de elegir cuándo hacer una cita. Por tal motivo, dicho investigador, llegó a la conclusión de que los sentimientos son indispensables para las decisiones racionales, ya que dirigen a las personas a tomar decisiones adecuadas, donde la lógica puede ser mejor utilizada. (Fuente:Zeithaml, Parasuraman y Berry, Perceptions and Expectations, Nueva York, Free Press, 1990).


Desconozco si a ustedes en alguna ocasión le ha pasado o le continúa pasando, pero voy hacer referencia en mi caso particular. Antes anhelaba con frecuencia, tener la capacidad de hacer desaparecer mis emociones o sentimientos de la escena en que me encontraba, ante una situación determinada cuando pretendía tomar una decisión, pues entendía que los sentimientos en muchas ocasiones solían bloquear mi toma de decisión adecuada. Era como una actitud de autoengaño y por experiencia propia, al ver que las cosas no me salían como esperaba, pude notar que mi experimento no estaba dando resultado y como dice el refrán “para una muestra, un botón”, según el estudio científico.

Partiendo de lo antes expuesto, entiendo que la inteligencia no es capaz por sí sola de ayudarnos a lograr el éxito en nuestros negocios, en nuestras actividades o en nuestra vida. Más importante que ella es la manera como logramos armonizar las emociones y la razón. He tenido la oportunidad de conocer personas que dotadas de gran capacidad intelectual, pero carentes del manejo de habilidades sociales, no sólo fracasan en las empresas sino también en su ambiente familiar y social, son incompetentes para dirigir a otros, se involucran en conflictos interpersonales y no tienen la habilidad de negociar porque no se implican emocionalmente con la otra parte.

El éxito en la vida laboral y familiar es para aquellas personas que son capaces de tomar decisiones acertadas en todos esos campos, a partir de sus habilidades sociales para construir redes de apoyo a su alrededor, las cuales gracias a su aptitud para interrelacionarse y para manejar adecuadamente sus estados emocionales, les aseguran el apoyo de los demás en la búsqueda de sus objetivos. Esta es la razón por la que esas personas generalmente tienen mayores triunfos en sus actividades, son fácilmente seguidos por terceros y experimentan menos conflictos que deterioren su energía y su capacidad de realización.

Soy de opinión de que ser inteligente no es una garantía de éxito al tomar decisiones adecuadas, pero considero como clave de éxito la implicación inteligentemente social y emocional de la persona para tomar decisiones adecuadas en su porvenir. Les dejo a los lectores la reflexión y libres de comentar el tema en cuestión.


Wendy Solano Agramonte.

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